Entrar a la universidad es una experiencia diferente que viene acompañada de responsabilidades y obligaciones logrando estresar a muchos y más aún, cuando viene con el cambio brusco de etapas

El rigor de los estudios superiores que demanda una mayor responsabilidad y proactividad pueden hacer perder el norte hasta los más osados. Y, por lo mismo, se debe tener en claro que superar la primera barrera depende de cada estudiante.

Algunos alumnos enfrentan su primer año con absoluto relajo, y muchas veces este ambiente de mayor “libertad” con el tiempo termina por alejarlos de los estudios. Otros, por el contrario, toman una actitud de alta autoexigencia, donde la competencia por ser el mejor y por destacarse dentro de su grupo de compañeros es tan grande, que puede provocar el desarrollo de trastornos ansiosos, o incluso depresiones cuando no logran cumplir con sus propios parámetros. Es por ello que el equilibrio es la solución, según los expertos.

Durante el primer año es fundamental adentrarse en el ambiente y tener un conocimiento amplio acerca de cuál es la manera más adecuada de convivir tanto en el mundo de la universidad, así como en la carrera que se cursa, reconociendo las formalidades, tales como el lenguaje que se utiliza, el ambiente, la cultura de ésta, qué tipos de eventos existen, pruebas, exámenes, fiestas y fechas importantes que son lo más valorados y que por ende nunca hay que estar distante.

Es preciso la generación de una rutina académica, en la cual el alumno planifique desde un comienzo sus compromisos académicos, cuándo comenzará a trabajar con ellos y cuáles son los objetivos para cada jornada de trabajo. No se trata de que anote en una agenda solamente cuando tiene determinada prueba, sino que se plantee, cómo va a estudiar o trabajar para cada una de las evaluaciones.