1. Bailar: pocas cosas se comparan con cerrar la puerta del cuarto o salir de la ducha y bailar. Al hacerlo, generamos una conexión mente-cuerpo que nos pone felices. Porque es en ese espacio de intimidad en el que somos espontáneos, nosotros mismos, sin prejuicios. ¡Ser es un gran motivo para hacer!

2. Abrazar: permítete un abrazo de aliento, un abrazo unificador, un abrazo de impulso. Un abrazo que calme e indique que todo saldrá o estará bien. Si sientes que necesitas uno, búscalo. Este tipo de contacto físico alimenta el alma: “ya pasó, sigamos”. 

3. Lista: tú te conoces y sabes lo que vales. Por eso, crear una lista personalizada con virtudes, te hará reconocer todas aquellas fuentes positivas. Pero, sobre todo, serás consciente de que dentro de ti existen herramientas para seguir adelante. ¡Ve por ese top! 

¡Motívate y devuélvele una sonrisa a tu rostro!