1. Errores ortográficos: este punto afecta a la mayoría de estudiantes que se fían del corrector automático y no se detienen en analizar que “lo que se quiso decir” difiere con lo que el sistema interpreta. Reexamina tus oraciones con cautela e identifica si la forma se relaciona con la construcción. Además, no olvides tildar las palabras en pasado. 

2. Pulcritud: a ningún maestro le agradará recibir un trabajo con ideas dispersas, a medio armar; llenas de un sinnúmero de repeticiones y redundancias. Al hacer una segunda lectura, podrás identificar puntualmente qué partes de la composición están de más o merecen un cambio. ¡Comprométete con lo que escribes! 

3. Formato: la presentación habla del autor. Si el documento cuenta con párrafos cuya extensión no se puede explicar, hará ruido al lector. Del mismo modo, ten presente que los trabajos universitarios suelen alinearse al formato justificar con un tamaño de letra 12. 

¡Nunca escatimes tiempo en revisar tus creaciones!