La lectura es ciertamente un hábito. Algunos pueden argumentar que es un placer. Pero, en general, demanda de un compromiso personal, esfuerzo y disciplina.
Cuando se es joven, existen mecanismos que plantean fomentar la lectura. Pero esta suerte de “planes lectores” terminan fracasando porque suelen verse como una imposición o, sencillamente, porque los títulos no resultan atractivos. Aquel factor lleva al abandono de más de una obra.
Por eso, se hace esencial reconocer tus gustos y preferencias. Y, en base a ellos, ir entrenando la capacidad lectora. Desde ese lado, aquí te presentamos tres hábitos que te ayudarán con este propósito.
¡Que comience la aventura, buen lector!